¿Por que las usamos?
Ocultarse es una de las primeras reacciones del hombre ante las faltas cometidas cuyo origen se encuentra en el miedo a ser descubiertos quien es en realidad y cuales son las verdaderas intenciones de nuestro corazón...
Detrás de una ‘máscara’ encontramos un común denominador:
"El miedo"
Usamos máscaras por miedo a expresarnos, miedo a ser juzgados, miedo a ser reprobados, miedo a no obtener la aprobación de los demás, miedo a que nos conozcan.
"Frialdad e indiferencia"
Por miedo a parecer vulnerables frente a los demás.
"Chiste"
Como una manera de evitar intimar con los otros.
"Actitud hostil"
Como una manera de sentirse seguros.
Así, tenemos varios tipos de mascaras: la del trabajo, la de papá responsable o mamá permisiva, la de persona culta, la de las fiestas, la de los funerales y muchas más.
Todas son producto de nuestra cultura, de la etiqueta preestablecida y de nuestro propio interior
Las mascaras nos dan una falsa seguridad y nos resistimos a quitárnoslas aun cuando sentimos que seria bueno hacerlo. Protegidos por ellas, podemos vivir en una permanente soledad emocional; llena de secretos, de temor a ser descubiertos, a ser rechazados, juzgados, condenados o a hacer el ridículo.
Sentimos miedo a quitarnos la mascara por varias razones:
Nos da miedo la intimidad; miedo a mostrar nuestro lado vulnerable, el lado oscuro. Por lo tanto, evitamos comunicarnos íntimamente. A otros les da miedo la separación. No quiero acercarme mucho a ti porque, quizá, después me dejes y eso me puede lastimar.
Otros tememos la fusión. Si comparto todo con la otra persona pierdo mi intimidad, pierdo mi espacio, miedo a hacer invadido.
Miedo al rechazo; que la otra persona nos conozca sin producción, a cara lavada, con defectos y virtudes, tal cual somos, nos angustia no ser del agrado de la otra persona.
Por último, existe el miedo a la responsabilidad. Si me acerco mucho, me involucro a fondo, y eso me obliga a estar cuando me necesites. No estoy dispuesto al compromiso. Con estos miedos, disfrazamos nuestro verdadero yo. Disfrazamos uno de nuestros más fuertes y grandes atractivos: el encanto natural de uno mismo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario